Vivo en mi trabajo rodeada de adolescentes en sus diferentes rangos de edad. Los veo despuntar, ir probándose identidades, afianzarse en una, seguir cambiando. Y volver a cambiar. Los veo querer encajar e intentar ser únicos al mismo tiempo.

Cuando oscurece, uno enciende bombillas. Parece sencillo.

Soy de invierno. Soy de bufanda y guantes, de leotardos gorditos y rebecas de lana. Y sí, ya, ya sé que cualquiera dice eso viviendo en el sur… pero no creáis, que aquí también hace frío… cuando hace frío.

Hemos estado revisando en casa en los últimos días vídeos y fotos de los niños, de cuando eran mucho más niños aún. Y claro, tenía que pasar: los he sorprendido diciendo cosas como «mamá, qué joven estabas», y me he sorprendido pensando «qué pequeñajos, pero sí parece que fue ayer». En uno de los vídeos,…

Quien me lee desde hace muuuuucho tiempo recordará que yo tengo un jardín lleno de rosas. Pero claro, mi jardín de rosas y yo tampoco manejamos la exclusiva… y resulta que hay rosas (y Rosas) que llegan nuevas a este maravilloso mundo loco que tenemos, para añadirle su tono particular.

Soy dos. O cien. ¿Quién no? A veces me reconozco en el espejo y otras veces me superpongo y juego a las siete diferencias… pero me salen mil. A veces también me dejo dibujar, y me echo unas risas con el resultado. Otras veces no… otras veces tapo todos los espejos de mi casa, o…

Yo no me creo que siempre gane el que llega primero.