Dale un mismo elemento por separado a dos personas y mira cómo se relacionan con él. Quien dice elemento, dice tigre. Sí, dale un tigre a dos personas distintas.
Tengo yo a un chico en mi vida que es capaz de dejarse caer encima, a ver venir la vida con su mejor sonrisa (pero eso ya lo he contado aquí).
El caso es que tengo también a una chica en mi vida que, al ver al mismo tigre delante, reacciona de manera muy distinta:

Miradla, libre y salvaje (por carácter, por voluntad, por reivindicación o por necesidad, no lo sé bien).


Ella, la leona. La de la tremenda mirada.
Acaricia y se posiciona al mismo tiempo, qué gran mujer va a ser.

Y bueno, ya que tenemos al mismo tigre, los mismos tonos y papeles, el mismo lugar y el mismo día, en vez de buscar las siete diferencias entre la actitud de mi chico y de mi chica en estos dos layouts complementarios (como complementarios deseo que sean ellos), buscad la semejanza:

Efectivamente, los dos sonríen aunque tengan un tigre delante. Así se vive, chicos. Mi más sincera enhorabuena.