Todos los años digo que va a ser el último, y llevo ocho años consecutivos haciendo Diario de Navidad. Hay algunos en los que no salgo, hay otros en los que salgo pero poco, en este último no soplé velas de cumpleaños… pero ahí están todos, uno detrás de otro.

Algunos los hago al poco de pasar la Navidad, y otros (como este, por ejemplo) los termino justo antes de las Navidades siguientes. Pero el caso es que aquí está mi DN 2021:

¿Lo mejor? Ver cómo crecen los niños, a ellos les encanta ponerse todos los álbumes delante de vez en cuando, pasar las páginas y reírse de cómo hemos cambiado todos (graciosos que me han salido, ea).

La Navidad pasada fue la de volver a ver a la gente, y es curioso cómo se alternan fotos con y sin mascarillas. Ahí andábamos, queriendo pasar la página del COVID pero sin hacerlo aún. Lo que aún nos quedaba, y lo que aún nos queda…

Lo cierto es que si sigo haciendo Diarios de Navidad, es porque me lo pongo fácil. Esta vez he aprovechado un álbum que hice en un taller justo antes de Navidad para que luego solo fuera «rellenar».

Y lleno y relleno está:

Sinceramente, no creo que mis hijos vayan a tener una gran herencia mía. Pero tendrán un montón de Diarios de Navidad con trocitos de su infancia y juventud y oye, algo es algo. En el primer Diario de Navidad que hice, mi hijo tenía siete años, y mi hija cuatro años. Ahí es ná.

Y colorín colorado, fin al DN 2021. ¿Seguimos? Pues ni idea. Pero lo hecho, hecho está.