Había una vez una persona que leyó, leyó y leyó, hasta que se le pasó el mes de enero enterito.

Cierto es que no estamos hablando de un mes de enero normal: fue un enero de lecturas y piernas en alto, nada que ver con ni uno solo de sus eneros anteriores.

Y colorín colorado, acabó enero, y casi febrero también. Y seguía leyendo. Es lo que tienen los principios de año atípicos.
