Me prometí a mí misma que no sería una madre nostálgica de la tierna infancia de sus mochuelos. Y aquí me tenéis:

Yo siempre he dicho que a mí me encanta verlos crecer, y lo mantengo. Pero es que también estoy empezando a creer que la que me estoy haciendo mayor soy yo, porque de repente noto que han crecido tanto, veo fotos de los niños que eran no hace mucho y… ains.

Luego pienso que mi suerte es que los miro con la edad que tienen ahora y los quiero igual. También mi suerte es que los reconozco en los niños que fueron.

Y al final me doy cuenta de cuántas tonterías digo. Mi suerte son ellos: con nueve y seis años como en esas fotos, o con el puñadito de años más que tienen ahora.