Muchos piensan que correr es de cobardes pero eso no se lo dices a alguien que está subiendo a zancadas (cortas o largas) la Cuesta de Los Escuderos, con media carrera de San Antón a sus espaldas y a sabiendas de que le queda la segunda mitad por delante.
Un poco antes, a la altura del Convento de las Bernardas, sí hay quien te grita que los primeros ya han llegado a meta, y tú te giras de refilón sin saber bien si pretenden darte ánimos o una puñalada trapera por la espalda. No respondes ni en un sentido ni en otro, mejor guardar el aliento para lo que queda.

A ver, también tengo que decir que todo eso funciona para el común de los mortales, porque los dos chavales de la foto dicen que ni los Escuderos se les hizo tan cuesta arriba, ni tuvieron que economizar aliento en ningún momento. Baja Modesto, que mando a dos.
Así son ellos: jóvenes (uno más) y atléticos. Pero llegaron juntos a meta y con energía suficiente para tener ganas de sonreír, que no es poco.

Puestos a contar, dicen las malas lenguas que el menos joven de los dos no intentaba abrazar al otro en la foto, sino que lo paraba para que no se le escapara en el sprint final. Pero no vamos a hacer caso de las malas lenguas, que ya sabemos cómo son.
Y yo no sé si correr es de cobardes o no, pero este par de dos llegaron juntos a meta, y con eso me quedo.