Llevo unos días haciendo inventario de cosas que se pueden romper:
Puedes romper un plato de loza, y un puñado de folios escritos que no van a ninguna parte. También puedes romper paredes para hacer ventanas, y luego dejar esas ventanas cerradas a cal y canto.

Te puedes romper una muñeca, una uña o un peroné. Y romperte el alma, pero luego es un rollo ir recogiendo los pedacitos.
Puedes romper con la rutina y los hábitos, por las buenas o por las malas. A veces será para bien, a veces será para menos bien. La vida, que solo es una línea recta en las películas americanas de la Ruta 66.
Además, se pueden romper todos los esquemas (hasta los tuyos). Añadimos como aliño aquí el romper expectativas y récords, y nos queda una ensalada que cada cual mastica como puede y sabe.
Hey, que también se te puede romper el móvil por etapas, así como avisando. Sin prisa pero sin pausa.

Y ante este panorama de fractura con o sin desplazamiento, ¿qué hacer? En ocasiones nada, solo ser y estar. Que en realidad es mucho más que nada, ¿no?