MATAR PLANTAS


Arranco septiembre con pregunta difícil: ¿qué tiene más valor: la actitud o la aptitud?

Vamos a ver, que estreno septiembre así pero tampoco pienses que es en plan metafísico. En realidad mis neuronas siguen quemadas por olas de calor encadenadas. Mi reflexión viene motivada por algo simple:

Las plantas y yo no somos amigas. Yo las miro de lejos y digo:»huy, qué monas» y ellas me miran de lejos y piensan (porque ellas no hablan, pero yo creo que sí miran): «aléjate, que no sabes cuidarme».

Este verano lo he intentado con las plantas de mi madre. Ella me dice que lo he hecho muy bien, pero alguna ha muerto en acto de servicio (de aguantarme a mí)… y aunque mi madre insista en que ha sido culpa suya porque la regó demasiado al pasar unos días por su casa, yo tengo la mosca detrás de la oreja.

Entonces, ¿qué?

¿Es suficiente con mi actitud o a mis cuarenta y tantos ya debería haberme currado esa destreza?

Pero sobre todo, ¿quién ha ahogado por exceso de riego a la susodicha planta de mi madre? ¿ella o yo? Es que una tiene un orgullo y no le gusta que le anden con remilgos.

PD. En mi defensa diré que he leído mucho este verano. No sé, por ensalzar alguna aptitud mía…