Hay veces que hago tarjetas de cumpleaños a todo correr, usando un sellito que ya tengo coloreado y que con las prisas recorto regu-regu. Esas veces, suelo usar un fondo que tengo en mi «cajita de experimentos mix-medieros» y para colmo, las fotos me salen oscuras hasta tal punto que no hay Photoshop que las arregle (y de tanto toquetear y enfatizar, solo consigo enfatizar errores en el coloreo).
Pero entonces me paro y respiro. Y pienso que siempre que regalo una tarjeta de cumpleaños hecha por mí, lo hago de corazón. Y que qué mas dan las fotos. Si hay alguien natural en este mundo, es la amiga que recibió esta tarjeta hace casi un mes.
Y con eso me quedo. Con ella me quedo. Hasta donde llego.

